jueves, 14 de diciembre de 2006

La Etica Kantiana

La Ética de Immanuel Kant (1724 -1804) Nacido en Königsberg, Prusia, y educado en los principios del pietismo religioso, Kant mostró una gran preocupación por los asuntos morales.

Entre su vasta producción mencionaremos dos obras fundamentales: la "Crítica de la razón pura" y la "Crítica de la razón práctica". En la primera obra que mencionamos, Kant aborda el problema del conocimiento elaborando un sistema teórico sobre el mismo sumamente complejo. En su "Crítica de la razón práctica", se propone descubrir y exponer el principio fundamental de la moralidad.

Kant hace un elaborado intento por fundamentar las obligaciones morales del hombre, en conceptos de la razón pura.

a) Los juicios analíticos son verdades universales y necesarias (su negación es una contradicción). No dependen de la experiencia. El predicado está contenido en el sujeto y por lo tanto no aumentan el conocimiento. El fundamento de validez lo encontramos en el principio de identidad, es decir, que son tautologías. Ej. "El triángulo tiene tres ángulos".

b) Los juicios sintéticos, por el contrario, son extensivos y sí aumentan el conocimiento. El predicado no está contenido en el sujeto y su fundamento de validez podemos encontrarlo en el mundo empírico. “Lima es la capital del Perú”.

Kant rechaza fundamentar la moral en la naturaleza del hombre, en las circunstancias o de acuerdo a fines externos como la búsqueda de la felicidad.

La razón práctica no puede expresarse ni por medio de los juicios analíticos o explicativos ni por medio de los juicios sintéticos, puesto que no dice lo que acontece en la experiencia sino lo que debe ocurrir en ella.

Ej. "Los hombres deben ser honestos". Así, la forma de conocimiento práctico, no es un juicio, sino un imperativo.


Ahora bien, los imperativos pueden ser de dos tipos:

a) Hipotéticos; Ej. "Si quieres aprobar el examen debes estudiar." En el ejemplo se ordena una acción para conseguir un fin posible, el cual puede o no ser deseado.

b) Categóricos; Ej. "El hombre debe ser veraz". En este último ejemplo, el imperativo ordena una acción de manera absoluta, es decir que la acción no se considera como medio, sino como un fin en sí mismo, último e incondicionado.


De acuerdo con Kant, el ideal moral está formado por imperativos categóricos que se originan en la voluntad moral, una voluntad autónoma que se encuentra libre de los fines u objetos de deseo.

La fórmula del imperativo categórico, base de la moral kantiana, se expresa así: "Obra de manera que la máxima de tu acción pueda convertirse en ley universal." Lo que Kant está eliminando son los casos excepcionales. La ley moral no tiene excepciones.

Analicemos un ejemplo:

1. Imaginemos que una persona se ahogando en el río, hago todo lo posible por salvarla pero no lo logro. La persona muere, de todas formas.

2. Imaginemos ahora que hago todo lo posible por salvarla y que tengo éxito, salvando su vida.

3. Imaginemos la tercera posibilidad: la persona se está ahogando y yo la atrapo por casualidad mientras pesco con una gran red.

¿Cuál es el valor moral de cada uno de estos posibles actos imaginados? La tercera posibilidad carecería de valor moral porque ocurre sin intencionalidad. Moralmente no es ni buena ni mala, simplemente neutra. Los otros dos actos son moralmente buenos y tienen el mismo valor, en tanto que la buena voluntad es buena en sí misma.

Lo que persigue Kant es fundamentar una Ética Racional Universal basada en leyes que determinan la voluntad y que no puede estar sustentada en la pluralidad de fines, puesto que éstos varían y son contingentes. Si puede haber una Ética Racional, ésta descansará sobre principios universales y no sobre relativismos culturales, históricos, etcétera

La conciencia moral manda de modo absoluto, ordena de modo incondicionado. No dice: "me conviene ser amable con él porque así evitaré problemas", este sería un criterio de conveniencia. La conciencia moral dirá: "debo ser amable con el porque es mi deber tratar bien a la gente" y no importa si ello me cuesta la vida, la fortuna, o lo que fuere, el mandato de la conciencia no está condicionado por las circunstancias. Puede suceder que uno no cumpla con su deber, pero eso no le quita autoridad al mandato absoluto. El deber no supone conveniencias, satisfacciones o estrategias, es un fin en sí mismo.

Kant se da cuenta de que el hombre no es puramente racional. También tiene deseos e inclinaciones, las cuales determinan muchas veces las decisiones y las acciones. Estos deseos, sin embargo, no deben interferir con el acto moral.

Se distinguen así cuatro tipos de actos:

a. Actos contrarios al deber: En el ejemplo de la persona que se está ahogando en el río. Supongamos que disponiendo de todos los medios necesarios para salvarlo, decido no hacerlo, porque le debo dinero a esa persona y su muerte me librará de la deuda. He obrado por inclinación, esto es, no siguiendo mi deber sino mi deseo de no saldar mi deuda y atesorar el dinero.

b. Actos de acuerdo al deber y por inclinación mediata: El que se ahora en el río es mi deudor, si muere, no podré recuperar el dinero prestado. Lo salvo. En este caso, el deber coincide con la inclinación. En este caso se trata de una inclinación mediata porque el hombre que salva es un medio a través del cual conseguiré un fin (recuperar el dinero prestado). Desde un punto de vista ético, es un acto neturo (ni bueno ni malo).

c. Actos de acuerdo al deber y por inclinación inmediata: Quien se está ahogando es alguien a quien amo y por lo tanto, trato de salvarlo. También el el deber coincide con la inclinación. Pero en este caso, es una inclinación inmediata porque la persona salvada no es un medio sino un fin en sí misma (la amo). Pero para Kant, este es también un acto moralmente neutro.

d. Actos cumplidos por deber: El que ahora se ahoga es un ser que me es indiferente... no es deudor ni acredor, no lo amo, simplemente, un desconocido. O pero aún, es un enemigo, alguien que aborrezco y mi inclinación es desear su muerte. Pero mi deber es salvarlo y lo hago, contrariando mi inclinación. Este es el único caso en que Kant considera que se trata de un acto moralmente bueno, actos en los que se procede conforme al deber y no se sigue inclinación alguna.

Para determinar la validez de un acto moral, de acuerdo con la Etica Kantiana, debemos prestar atención a la voluntad del sujeto que lo determina y no a la acción misma. Los actos, según Kant, no son ni buenos ni malos; bueno o malo es sólo el sujeto que los realiza.

Para Kant la ética de la felicidad no es aceptable porque la felicidad le es al hombre natural y por lo tanto no es un deber sino lo contrario, es una inclinación natural (lo que se hace por amor queda fuera del deber).

Kant no solo rechaza la idea de la felicidad sino en general la idea del bien y reemplaza la ética del bien por la ética del deber. Establece que "no es el concepto del bien lo que determina la ley moral y la hace posible, sino al contrario, es la ley moral lo que determina el concepto del bien y lo hace posible". En su concepto, el bien consiste en lo que se debe hacer, donde la ley moral es la que determina el concepto del bien y la hace posible.

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