jueves, 14 de diciembre de 2006

La Etica Aristotélica

Aristóteles expone sus reflexiones éticas en la "Ética a Nicómaco", fundamentalmente.

Para Aristóteles no es posible afirmar la existencia del "bien en sí", de un único tipo de bien: del mismo modo que el ser se dice de muchas maneras, habrá también muchos tipos de bienes.

Toda acción humana se realiza en vistas a un fin, y el fin de la acción es el bien que se busca. El fin, por lo tanto, se identifica con el bien.

Muchos de esos fines no son fines últimos sino que, a su vez, buscan otros fines mayores.

Aristóteles nos dice que la felicidad es el bien último al que aspiran todos los hombres por naturaleza, y que no se busca por otra cosa.

Pero no todos los hombres tienen la misma concepción de lo que es la felicidad: para unos la felicidad consiste en el placer, para otros en las riquezas, para otros en los honores, etc.

No es en el conocimiento sino en la reflexión práctica en donde encontraremos una concepción general de felicidad.

El hombre ha de tener una función propia: si actúa conforme a esa función será un "buen" hombre; en caso contrario será un "mal" hombre. La felicidad consistirá por lo tanto en actuar en conformidad con la función propia del hombre. En ser un hombre “virtuoso”.

Por lo tanto, para averiguar en qué consiste la felicidad, iremos a averiguar la naturaleza del hombre. Si el hombre es cuerpo y alma, entonces habrán virtudes de la parte práctica, de la acción y decisión (virtudes éticas) y de la parte racional e intelectual (virtudes dianoéticas)

La deliberación y la decisión en torno a nuestra conducta establecen una clara subordinación al pensamiento de la determinación de nuestra conducta, y exigen el recurso a la experiencia para poder determinar lo acertado o no de nuestras decisiones

Por tanto, Aristóteles define la virtud ética como un hábito, el hábito de decidir bien y conforme a una regla, la de la elección del término medio óptimo entre dos extremos.

Este término medio, nos dice Aristóteles, no consiste en la media aritmética entre dos cantidades. Es el término medio no de la cosa, sino para nosotros, guiados por nuestra experiencia.

Para determinar las virtudes dianoéticas partirá del análisis de las funciones de la parte racional o cognitiva del alma, de la diánoia.

Para la función productiva, la virtud es el dominio de un arte. La función práctica (reflexión sobre la vida ética y política) tiene la virtud de la prudencia (phrónesis) que es más una cuestión de experiencia que de ciencia. La prudencia es la virtud fundamental de la vida ética, sin la cual no podremos adquirir las demás virtudes éticas.

Por lo que respecta a las funciones contemplativas o teóricas, propias del conocimiento científico, (Matemáticas, Física, Metafísica,) la virtud que les corresponde es la sabiduría (sophía). La sabiduría representa el grado más elevado de virtud, ya que tiene por objeto la determinación de lo verdadero y lo falso, del bien y del mal. El hábito de captar la verdad a través de la demostración, la sabiduría, representa el nivel más elevado de virtud al que puede aspirar el hombre, y Aristóteles la identifica con la verdadera felicidad. En efecto, el saber teórico no "sirve" para nada ulterior, no es un medio para ningún otro fin, sino que es un fin en sí mismo que tiene su placer propio.

En la política, el Estado es quien tiene que procurar los medios materiales y espirituales para que el hombre pueda acceder a esta virtud máxima. Por eso la ética desemboca en la política. La naturaleza del hombre es la de un animal político.

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